Si el camino que estás recorriendo te ha desubicado y te sientes perdido, entonces busca otro.
Si el camino que tienes delante no es posible abandonarlo, entonces abandónate a él, observa, conecta y fluye a favor de su vertiente.
Si el camino en el que estás desaparece de golpe y la niebla del ocaso se inmiscuye en todos tus pasos, para, respira en silencio, detente, no hagas nada, y observa.
Sonríe en la oscuridad, llora si has de llorar, e incluso retuércete si es necesario, pero eso sí, sé siempre consciente de cada uno de tus actos y pensamientos. Es muy fácil caer en esa espiral de queja, reproche y victimismo, ya sea hacia ti o hacia los demás; es muy fácil entrar en esa dinámica en forma permanente porque así es como nos han educado y acostumbrado a comportarnos en circunstancias difíciles. El ego limitante — o la mente inferior, como también yo lo llamo debido a que acota nuestra posibilidad de expansión– es tan listo y tan sutil que es capaz de engañarnos para conseguir su porción de alimento. De esta manera, teniendo en cuenta nuestros puntos débiles, el ego actúa y aleja nuestra paz interior, y cuando tiene un gran peso en nosotros, su fuerza y su carga desestabilizan y agotan todos los ámbitos de nuestras vidas.
Estamos llegando a un punto de desconexión, donde los archivos del consciente colectivo, de las vidas pasadas, de la familia, de los ancestros, del ADN, de la memoria celular, etc., se han transformado en una especie de virus que está afectando a nuestro programa de vida (nuestro disco duro), y en vez de realinearnos y llevarnos a apostar por ser fieles a nuestras sensaciones y sentimientos más puros, nos arrastran por la marea de dudas, miedos e inseguridades que flotan como transatlánticos, ensuciando la mente y confundiendo las emociones, que atoradas, intentan liberarse a cualquier precio.
La etapa del cambio aparece en los momentos de reajuste personal y/o social. Aunque difícil, sostener este proceso es una gran oportunidad de conectar con tus habilidades, virtudes y dones. Sin embargo, ¿estamos aprovechando estos momentos de cambio, de resurgimiento y de transformación? Ahora es cuando por fin se nos ofrece la posibilidad de crecer, aprender e integrar lo que nos sucede desde un estado consciente; es la era de Acuario, del despertar de nuestra conexión interior. Intenta no caer de nuevo en ese ego limitante, ama a tu sombra manifestada en tus defectos, tus vulnerabilidades, y en todo aquello que piensas que es oscuro de ti, y reconoce así toda tu luz.
El cambio que se está viviendo acelera todos los procesos y todo aquello en lo que somos y en lo que formamos parte: cuerpo, emociones y pensamientos, enlazados entre sí y en plena transformación. Es un tiempo sin tiempo que hay que aprender a disfrutar, donde nuestras percepciones evolucionan a un estado de mayor conexión; son momentos de gratitud porque la sociedad se abre a nuevos conceptos y frecuencias que se instalan en el inconsciente para después florecer de manera espontánea, como la flor de loto que se abre en el fango. Todo es Luz e información, y todo queda registrado en el “Akasha” –fragmentos de hilos de consciencia que se filtran en nosotros en su estado expansivo y envuelven todo lo que somos: cuerpo, alma y espíritu–. La energía akáshica, esa Luz superior, ya no es una incógnita, por eso mismo hay que saber fluir con el Akasha y entrar en ese estado de plenitud que se nos ofrece.
Somos más sensitivos debido al aprendizaje que llevamos en nuestras espaldas, y por ello tenemos la capacidad de orientarnos a nosotros mismos, para poder estar en el verdadero camino del que nos sintamos merecedores. Abrir tu campo de visión, tu intuición, tu conexión interna, sensibilizar tus sentidos, permitir ese arropo de protección de tu propia divinidad, dejar atrás ese ego limitante, es uno de los primeros pasos para entrar en los Registros Akáshicos. Dichos registros, que a su vez nos ayudan a descubrir tu verdadero Yo y a actuar en consecuencia contigo mismo, crean un lugar permanente de Paz Interior, porque al sostener esa Luz en lo cotidiano, hacen que el ego limitante se transforme en mente superior, y que todos tus pensamientos, sentimientos y acciones se movilicen desde un estado de vibración y percepción elevados.
Te animo a que sigas creciendo y a que abras esa compuerta al mundo de lo mágico, al mundo del “Akasha”, donde todo está registrado, pasado-presente-futuro, al igual que tus emociones, pensamientos y cuerpo, todo en uno, la Unidad.
Inhala profundamente, observa, visualiza el verdadero camino que deseas recorrer, recoge todo lo que necesitas para ponerte en marcha y avanza…
Te sugiero que hagas este ejercicio: haz una respiración profunda, observa, sólo observa, otra respiración de nuevo si es necesario, y llega el silencio, llega tu cuerpo, te llegan emociones… algunas de dolor, carencia, otras de calma, esperanza… observa, respira, llegan imágenes, colores, formas, luz, sosiego, añoranza, llega el pasado, lo que fuiste y lo que eres, recuerdos, proyectos… observa, respira, llegan anhelos, personas, tu realidad, introdúcete más en tu interior. ¿Qué hay allí? Observa, suelta, respira, permítete estar en calma, neutralidad, paz… y ahora escucha, escucha atentamente, sincérate, ahonda dentro, muy adentro, conecta, tus latidos, el corazón, ritmo, movimiento, vida, pasión, amor, y en ese espacio sagrado que has creado mentalmente afirma:
“Acepto los cambios y recibo las nuevas posibilidades que vienen con ellos, yo soy paz y calma en movimiento”.
Respira profundamente y relájate.
“Lo pasado ha huido, lo que esperas está ausente, pero el presente es tuyo”.
Proverbio árabe