“La sanación es como la respiración: es natural”
Osho

“Parte de la curación está en la voluntad de sanar”
Séneca

Cuando se mira retrospectivamente hacia el pasado y se compara con el presente, podemos comprobar que los tiempos han cambiado. Las costumbres y los valores de las personas son también un tanto diferentes, y a nivel científico se puede constatar que las radiaciones solares son más intensas y que el número de tormentas solares se ha acrecentado en los últimos tiempos, repercutiendo en nuestro campo magnético y el del planeta. En un cierto nivel, la conciencia colectiva está más despierta —los seres humanos tienen nuevas inquietudes a la hora de evaluar su propio bienestar— y nuevos conceptos de ideas y terminologías se van asentando poco a poco en lo cotidiano.
Recuerdo la primera vez que escuché la palabra reiki hace ya más de 10 años. A decir verdad, ¡me sonó a chino! Curiosamente, luego me enteré de que era una técnica de imposición de manos cuyo origen se remontaba a Japón. Ahora, haciendo cierto balance, me doy cuenta de que el Reiki está funcionando en hospitales, asociaciones, organizaciones (entre muchos otros lugares), y se ofrece como una consulta desde un planteamiento de terapia alternativa. Y es en este punto cuando tomo consciencia en cómo van encajando nuevas técnicas y métodos de auto consciencia y tecnicismos, en proporción a la apertura del consciente colectivo, y en proporción a ese cambio planetario que se está manifestando permanentemente en estos tiempos.
Creo que estamos en un momento de transición, un momento de dar un salto cuántico, un salto de verdaderas transformaciones internas y externas. Ya no hay marcha atrás, solo queda seguir subiendo peldaños, uno tras de otro, integrados con lo que somos, lo que sentimos y pensamos. Es momento de soltar el equipaje antiguo y de reconectarnos con lo nuevo, que puede llegar a ser más liviano, sutil y fresco. La sombra, la dualidad, las emociones más densas, hay que aceptarlas, amarlas, acogerlas y transformarlas. Ya no es cuestión de negar todo lo que hay dentro de nosotros, sino de mirarnos de verdad, siendo sinceros y amarnos en la luz y en la oscuridad. Lo que estaba oculto, ahora se está manifestando; lo que estaba dormido, ahora se está despertando.
Es un tiempo de sanación, y esto ocurre en todos los ámbitos: en lo sentimental, en lo familiar, en lo laboral… Recordemos que sanación, palabra derivada del latin sanāre, hace referencia a un proceso de cura o de equilibrio. La curación, a su vez, alude a la posibilidad de restaurar la salud de un organismo desequilibrado, enfermo o dañado, ya sea de manera física o psicológica. Estamos, por tanto, en tiempos en los que es posible restablecer nuestro biorritmo interno y externo. Se crea así un equilibrio permanente y armónico en todos los niveles y ámbitos, con una salud sana, tanto en lo mental como en lo emocional, físico y energético.
Centrémonos ahora en uno de esos nuevos términos que, tal como el reiki, se van asentando poco a poco en nuestros días y que cada vez más personas van asimilándolo e integrándolo en lo cotidiano: el “Akasha”. Este proviene del lenguaje clásico de la India, el sánscrito, y significa éter, que es el quinto elemento, el cual contiene a todos los demás- tierra, fuego, agua y aire. El Akasha es lo que nos envuelve, lo que nos rodea, lo que somos, lo que respiramos y lo que percibimos. Son frecuencias de luz que siempre han estado ahí, que están vivas y que tienen su propia conciencia. Ahora estamos más preparados, por todo el crecimiento personal y el cambio que vivimos, de poder identificarlas y fluir en ese campo akáshico del que formamos parte.
Es como si os dijera que somos una gota del océano, y que, en su momento, tomamos consciencia de que éramos esa gota. Bueno, pues ahora es cuando estamos tomando conciencia de que no sólo somos una gota, sino de que hay un océano del que formamos parte, y por tanto, de que somos él mismo. Como gotas, somos un fractal, una parte del propio océano. Cuanto más entendamos al campo akáshico, más nos descubriremos a nosotros mismos y más alineados estaremos con lo que es una salud perfecta. Como ya indiqué, tanto en el nivel mental como en el emocional, físico y energético.
Cuando uno empieza a integrar en sus vidas la conexión con el Akasha, la sanación empieza a emitirse de manera indirecta o directa (si la focalizamos intencionadamente). Simplemente es saber que hay nuevas frecuencias de luz e información que llegan a nuestras vidas, que se están asentando en nosotros y en el planeta. Tales frecuencias están integradas en el campo etérico que nos rodea, envuelve y del que somos parte. Estamos sostenidos y protegidos en un campo mágico de permanente evolución y que integra la dualidad en la unidad. Por ello, sugiero que estemos receptivos al cambio, a la nueva luz y en apertura a lo nuevo.
La sanación akáshica es permitir que frecuencias de luz e información superior se asienten en todo lo que somos y en todos nuestros asuntos (de manera consciente o inconsciente), para que se restablezca un orden de plenitud, equilibrio y armonía perfecto en uno mismo.

Ejercicio sencillo de programación a través del Akasha:

1. Realiza tres respiraciones profundas.
2. Invoca o pon una intención de conectar con el Akasha o esas frecuencias de luz superior que provienen del campo akáshico.
3. Mientras te envuelves en esa luz, da una orden mentalmente de desprogramar algo que necesites sanar, liberar o transformar.
Ejemplos. Me libero y desprogramo en mí el cansancio físico.
Me libero y desprogramo en mí cualquier miedo conocido o desconocido.
4. Exhalas soltando lo que deseas transformar (seguimos envueltos en luz).
5. A continuación, programas un comando positivo o favorable para que se asiente en tu persona.
Ejemplo. Me programo de vitalidad y ganas de vivir.
Me programo de valor y constancia para cumplir mis objetivos y proyectos.
6. Respira profundamente y relaja.